Si hoy pudiera ser otra persona, sin duda sería Huck Finn.
Me acabo de leer
Las aventuras de Huckleberry Finn y no se me ocurre un personaje mejor que ese
niño que recorre el Mississippi en una balsa acompañado de Jim, un esclavo prófugo.
Durante toda la novela Huck maneja su propio código de valores y se mantiene
alejado de las convenciones sociales. Las conversaciones entre estos dos
personajes y sus puntos de vista sobre una sociedad que los considera unos
marginados son muy interesantes, sobre todo cuando nos damos cuenta de que las
cosas no han cambiado tanto como era de esperar.
Huckleberry Finn por Aloysius O´Kelly |
Os dejo algunos diálogos entre Huck y Jim en los que tratan temas que a día de hoy nos siguen dando mucho que hablar.
La religión.
“Me dijo que era
pecado decir lo que yo había dicho; que ella no lo diría por nada del mundo;
ella viviría de manera que pudiese ir al cielo. No vi yo la menor ventaja en ir
al mismo sitio que ella, conque decidí no intentarlo. […] Le pregunté si creía
que Tom Sawyer iría allí y ella dijo que no había el menor peligro. Me alegró
saberlo, pues quería que Tom y yo estuviésemos juntos.” Capítulo I
“Me decía: si
uno puede conseguir cualquier cosa que pida rezando, ¿por qué no consigue el diácono
Winn que le devuelvan el dinero que perdió en cerdos? ¿Por qué no puede
conseguir la viuda que le restituyan la tabaquera de plata que le robaron? ¿Por
qué no puede engordar la señorita Watson? No, me dije, no hay nada de verdad en
eso.” Capítulo III
El dinero.
- "
Sí. ¿Conoces a ese negro cojo que pertenece al señor
Bradish? Bueno, pues fundó un banco y dijo que el que colocara en él un dólar,
al cabo de un año recibiría cuatro más. Todos los negros deseaban participar,
pero iban escasos de dinero. Yo era el único que tenía. Así que exigí más de
cuatro dólares y dije que, si no me los daban, abriría un banco por mi cuenta.
Bueno, pues ese negro quiso evitar que yo le hiciera la competencia porque dijo
que no había negocio suficiente para dos bancos; entonces dijo que podía yo
colocar mis cinco dólares y que a fin de año me pagaría treinta y cinco. Lo
hice. Después se me ocurrió que sería mejor invertir los treinta y cinco dólares
para que no dejara de rodar la bola. Un negro llamado Bob había robado una
balsa y su amo no lo sabía. Se la compré y le dije que se cobrase los treinta y
cinco dólares del banco cuando acabara el año. Pero aquella noche robaron la
barca y, al día siguiente, el negro cojo dijo que el banco había quebrado. Así
que ninguno de nosotros consiguió dinero." Capítulo VIII.
La monarquía.
"Le dije
muchas cosas acerca de reyes, duques, condes y todo eso, y lo estupendamente
que vestían, y el pisto que se daban, y que se llamaba unos a otros “vuestra
majestad”, “vuestra alteza”, “vuestra señoría” y así sucesivamente, en lugar de
señor a secas. Y Jim daba tantas muestras de interés que parecía que iban a salírsele
los ojos. Dijo:
-
No sabía yo que hubiera tantos. No he oído hablar de
ninguno de ellos, apenas, como no sea el rey Salomón, a no ser que se cuenten
como reyes los de la baraja. ¿Cuánto cobra un rey?
-
¿Cobrar? –exclamé yo-. Pues miles de dólares al mes, si
quieren. Pueden cobrar todo lo que quieran. Todo les pertenece.
-
¡Esto sí que es bueno! ¿Y qué tienen que hacer, Huck?
-
¡Ellos no hacen nada! ¡Qué cosas tienes! No hacen más
que sentarse por ahí.
[…]
Le hablé de Luis XVI, al que le cortaron la cabeza en Francia hace mucho
tiempo; y de su hijo el Delfín, que hubiera sido rey, pero se lo llevaron y lo
encerraron en una cárcel y dicen que murió allí.
-
¡Pobre chico!
-
Pero otros dicen que salió y que se escapó, y que vino
a América.
-
¡Me alegro! Pero se sentirá bastante solo… No hay reyes
aquí, ¿verdad, Huck?
-
No
-
Entonces no puede conseguir empleo. ¿Qué va a hacer?
-
Pues no lo sé. Algunos de ellos se hacen policías y
otros enseñan a la gente a hablar francés."
Capítulo XIV
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